“Que el Cuarto de Mayo te acompañe.”—Creo que en inglés suena mejor: May the Fourth be with you.La Fuerza —en el universo ficticio de Star Wars— es un misterioso campo de energía creado por todo lo que tiene vida, manteniendo unida la galaxia. Aprovechar el poder de la Fuerza les otorga habilidades extraordinarias a los Jedi, los Sith y otros seres sensibles a esta energía espiritual. Habilidades tales como levitar objetos, engañar mentes y ver situaciones antes de que sucedan.—Yo no lo vi venir antes de que sucediera. Digo, no soy Jedi, ni Sith, ni nada por el estilo. En el mejor de los casos me parezco a Yoda y no exactamente en sus poderes. Pero bueno, ese no es el punto. Con todo y la Fuerza, simplemente no visualicé el alcance de mi inocencia. No fue tan difícil como suena hoy, pero en retrospectiva ya tiene mucho valor. Después de todo, en ese momento de mi vida —hace Cuatro Cuatros de Mayo— no era una necesidad, sino un gusto. Mera lubricación social. —Sólo dos semanas.Pasaron con rapidez y calor, demasiado calor. Esas altas temperaturas primaverales que en este desierto costero algunos días rayan en sucursal del infierno. —Un mes.El trabajo de Cronos es más notable cuando haces inventario de su obra. —100 días.¿Por qué? Porque tres meses no tiene el mismo gancho de marketing. —Seis meses.¿Por qué ahora sí meses? Porque es mi conteo.—Un año.Faltó el pastel y la velita.—500 días.De nuevo, redondeando cifras en esa necia y singular necesidad de ponerle extra crema a mis tacos.—Dos años.Aún sin pastel, ni velitas.—¡Mil días!Y sus noches, pero sin Alí Babá y sus compinches.—Tres años.Sí, sin pastel, ni sus respectivas velas.Y así. Casi sin gracia. Un tanto simple el viaje. Ajusto el retrovisor. Observo algo incrédulo hacia atrás. Bajo el volumen de la radio, ya sabes, para ver mejor. Alcanzo a mirar que allá a lo lejos, en el horizonte, donde la curvatura del camino se burla de los terraplanistas, se divisa el inicio de un logro personal que hoy celebro: cuatro años sin beber alcohol.No necesité de una fuerza espiritual mágica, ni de superpoderes, mucho menos de abandonar el Lado Oscuro —guiño, guiño—; simplemente decisión. No reniego en lo absoluto de mis borracheras, parrandas, amanecidas y fiestas de 18 horas. Para nada. Eso se lo dejo a los cristianos arrepentidos. Al contrario, aún recuerdo aventuras, dramas y secretos con teporochos y teporochas como yo. Rio y hasta tengo un Top 10 de pedas, que comparto y recuerdo con una sonrisa —y vergüenza (poquita)—. Todavía salivo al recomendar algún mezcalito, una cerveza o una receta de coctelería de mi década en la vida nocturna. Tal vez por eso tampoco me hace falta, aunque sí se me antoje.He tomado todo tipo de decisiones: buenas, malas, con agua mineral, en las rocas, directo de la botella o en lata; pero una por la que paradójicamente vale la pena brindar, es haber dejado de tomar. Así que ahora elevo mi Cold Brew y brindo este Cuatro de Mayo por mi Cuarto Aniversario: ¡Salud! May the Force be with you —que la Fuerza te acompañe—.Todos los derechos reservados © 2022 Juan Carlos Pelayo Santos
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El Ombligo del Ocio #54
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“Que el Cuarto de Mayo te acompañe.”—Creo que en inglés suena mejor: May the Fourth be with you.La Fuerza —en el universo ficticio de Star Wars— es un misterioso campo de energía creado por todo lo que tiene vida, manteniendo unida la galaxia. Aprovechar el poder de la Fuerza les otorga habilidades extraordinarias a los Jedi, los Sith y otros seres sensibles a esta energía espiritual. Habilidades tales como levitar objetos, engañar mentes y ver situaciones antes de que sucedan.—Yo no lo vi venir antes de que sucediera. Digo, no soy Jedi, ni Sith, ni nada por el estilo. En el mejor de los casos me parezco a Yoda y no exactamente en sus poderes. Pero bueno, ese no es el punto. Con todo y la Fuerza, simplemente no visualicé el alcance de mi inocencia. No fue tan difícil como suena hoy, pero en retrospectiva ya tiene mucho valor. Después de todo, en ese momento de mi vida —hace Cuatro Cuatros de Mayo— no era una necesidad, sino un gusto. Mera lubricación social. —Sólo dos semanas.Pasaron con rapidez y calor, demasiado calor. Esas altas temperaturas primaverales que en este desierto costero algunos días rayan en sucursal del infierno. —Un mes.El trabajo de Cronos es más notable cuando haces inventario de su obra. —100 días.¿Por qué? Porque tres meses no tiene el mismo gancho de marketing. —Seis meses.¿Por qué ahora sí meses? Porque es mi conteo.—Un año.Faltó el pastel y la velita.—500 días.De nuevo, redondeando cifras en esa necia y singular necesidad de ponerle extra crema a mis tacos.—Dos años.Aún sin pastel, ni velitas.—¡Mil días!Y sus noches, pero sin Alí Babá y sus compinches.—Tres años.Sí, sin pastel, ni sus respectivas velas.Y así. Casi sin gracia. Un tanto simple el viaje. Ajusto el retrovisor. Observo algo incrédulo hacia atrás. Bajo el volumen de la radio, ya sabes, para ver mejor. Alcanzo a mirar que allá a lo lejos, en el horizonte, donde la curvatura del camino se burla de los terraplanistas, se divisa el inicio de un logro personal que hoy celebro: cuatro años sin beber alcohol.No necesité de una fuerza espiritual mágica, ni de superpoderes, mucho menos de abandonar el Lado Oscuro —guiño, guiño—; simplemente decisión. No reniego en lo absoluto de mis borracheras, parrandas, amanecidas y fiestas de 18 horas. Para nada. Eso se lo dejo a los cristianos arrepentidos. Al contrario, aún recuerdo aventuras, dramas y secretos con teporochos y teporochas como yo. Rio y hasta tengo un Top 10 de pedas, que comparto y recuerdo con una sonrisa —y vergüenza (poquita)—. Todavía salivo al recomendar algún mezcalito, una cerveza o una receta de coctelería de mi década en la vida nocturna. Tal vez por eso tampoco me hace falta, aunque sí se me antoje.He tomado todo tipo de decisiones: buenas, malas, con agua mineral, en las rocas, directo de la botella o en lata; pero una por la que paradójicamente vale la pena brindar, es haber dejado de tomar. Así que ahora elevo mi Cold Brew y brindo este Cuatro de Mayo por mi Cuarto Aniversario: ¡Salud! May the Force be with you —que la Fuerza te acompañe—.Todos los derechos reservados © 2022 Juan Carlos Pelayo Santos