El Ombligo del Ocio #86
¿Quién eres?
Si se lo pregunta Franco Escamilla en una anécdota, sabes que se aproxima un remate cómico. Pero si te lo preguntan en una dinámica de introspección y autodescubrimiento en un grupo lleno de desconocidos, entonces ya no sólo no es gracioso, sino es una situación digna para salir huyendo sin temor a ser acusado de cobarde.
—Pero no, no huí; el león cree que todos son de su condición.
Sin embargo, sí fue muy difícil; como prácticamente todo en la vida, en retrospectiva es cada vez más fácil. Más aún, creo que fue bastante interesante cuestionarme de manera sincera, aunque esa honestidad me la hayan sacado acorralándome con un constante ¿Quién eres? Sin pausas, con intervalos sólo para responder.
Al arranque, para evadir escarbar demasiado profundo y exponer mi vulnerabilidad emocional, intenté tomar el camino rápido:
—¿Quién eres? —Juan.
—¿Quién eres? —Carlos.
—¿Quién eres? —Pelayo.
—¿Quién eres? —Santos.
Pretendí seguir con ese fallido escape, pero rápidamente me quedé sin balas de salva.
—¿Quién eres? —Burócrata.
—¿Quién eres? —Papá.
—¿Quién eres? —Escritor.
—¿Quién eres? —Adicto a los podcasts.
Sin darme cuenta salió alguna definición compleja. Profunda. Sentida. Dolorosa, pues. Ahí pausé. Alto total al darme cuenta; y reculo —de recular—. Regreso dos casillas y reanudo la evasión “fácil”.
—¿Quién eres?
Hasta que caigo de nuevo, atrapado en el vertiginoso bombardeo de la misma pregunta, defendiéndome como puedo, hasta que me repito, cada vez con mayor frecuencia, sólo para que al final, la honestidad cruda tome el lugar que ocupaba el piloto automático de mis sentimientos.
Si bien quedar expuesto y vulnerable no es de las sensaciones más disfrutables que se puedan experimentar, al menos en las circunstancias que describo al inicio de este “Querido Diario” maquillado de editorial, una vez que ratifiqué el cliché del espacio seguro y que, a pesar de tal exposición estaba a salvo, fue fácil valorar los beneficios de haber tenido el valor de ejecutar la dinámica. Aún a regañadientes, puedo opinar favorablemente al respecto.
Las respuestas de los demás, —quienes sufrieron igual que yo— también retroalimentaron mi propia experiencia: incluso iluminando (ampliando) cosmovisiones lingüísticas #PorqueÑoño.
¿Tú qué responderías a un bombardeo de “¿quién eres?” constante e incesante?
—¿Quién eres? —Sustantivos.
—¿Quién eres? —Experiencias.
—¿Quién eres? —Verbos
—¿Quién eres? —Trabajo.
—¿Quién eres? —Adjetivos
—¿Quién eres? —Frustraciones.
—¿Quién eres? —Recuerdos.
—¿Quién eres? —Miedos.
—¿Quién eres? —Traumas.
—¿Quién eres? —Expectativas.
—¿Quién eres? —Terceros.
—¿Quién eres? —Sentimientos.
—¿Quién eres? —Aficiones.
—¿Quién eres? —...
…Qué tan honesto se puede ser al ser quien eres o qué tanto miedo produce llamarle por su nombre a todo lo que eres; ya sea quien eres solo, quien eres en pareja, quien eres en familia, quien eres en amigos o quien eres en comunidad.
Hay miles de preguntas sumamente difíciles, pero ninguna como responder a “¿Quién eres?” con probidad*.
*Probidad: Rectitud y moralidad a que tiene que ajustarse la conducta humana. Con honradez, honestidad, honorabilidad.
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Nos leemos el 1 de noviembre 😉
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